¿Quién fue Jacinto Vera?

Beato Jacinto Vera

Don Jacinto Vera y Durán nació el 3 de julio de 1813 en un barco, en medio del Océano Atlántico, cuando su familia se dirigía a Uruguay desde las Islas Canarias. De joven trabajó en el campo con los suyos, en Maldonado y en Toledo. Descubrió su vocación a los 19 años. Incorporado al ejército fue licenciado por el Gral. Oribe para que pudiera continuar sus estudios sacerdotales. A falta de formación en Uruguay, se trasladó a Buenos Aires para estudiar. Celebró allí su primera misa, el 6 de junio de 1841.

Murió durante una misión que realizaba en Pan de Azúcar, el 6 de mayo de 1881. En su sepelio un joven Juan Zorrilla de San Martín resumió el sentir de muchos: “… las lágrimas en este momento inundan mi alma y el alma del pueblo uruguayo, enlutado y consternado… ¡Padre!  ¡Maestro! ¡Amigo! … Señores, hermanos, pueblo uruguayo: el santo ha muerto”.

Fue teniente cura y luego párroco de la Villa de Guadalupe de Canelones durante 17 años. El 4 de octubre de 1859 fue nombrado vicario apostólico del Uruguay. Todavía en ese cargo recibió la ordenación episcopal en la Iglesia Matriz de Montevideo el 16 de julio de 1865. Participó del Concilio Vaticano I en 1870. En 1878 fue creada la Diócesis de Montevideo, que abarcaba todo el Uruguay, y pasó a ser su primer obispo, el 13 de julio de 1878.

Se realizó una suscripción popular para erigirle el monumento fúnebre donde reposan sus restos en la catedral de Montevideo. En poco tiempo se reunió el dinero necesario y el monumento se inauguró en el primer aniversario de su muerte. La consigna fue que todos pusieran lo mismo: un centésimo, para que así pobres y ricos pudieran participar del mismo modo.

¿Por qué fué Beatificado?

La beatificación de Mons. Jacinto Vera, el primer obispo de Uruguay, es un motivo de júbilo y gratitud para todo nuestro pueblo. Misionero y apóstol de la ciudad y la campaña, recorrió tres veces todo el país. Socorrió a los heridos de las guerras civiles y encabezó misiones de paz. Padre de los pobres, amigo de sus sacerdotes, fue promotor del compromiso de los cristianos laicos en la vida de la sociedad de la época. Promovió la educación y la prensa católica. Fundó el seminario para la formación de los sacerdotes. Promovió la llegada de numerosas congregaciones religiosas a nuestras tierras, para servir a nuestra gente (vascos, salesianos, salesianas, dominicas, vicentinas, capuchinos, jesuitas, entre otros).

Defendió hasta padecer el destierro la libertad y los derechos de la Iglesia ante las ilegítimas intromisiones del Estado. Guió a nuestra Iglesia en tiempos difíciles, llevó la frescura de vida y de gracia del Evangelio a todos sin distinción. Al final de sus días, Don Jacinto cosechó una admiración unánime de la sociedad de su época, aún de sus mismos adversarios, como quedó plasmado en los homenajes tributados a su muerte.

Don Jacinto, el padre y patriarca de la Iglesia en Uruguay ha sido beatificado por su obra y testimonio de vida, porque fue el gran evangelizador de nuestro país, modelo de fe y caridad, forjador de nuestra Iglesia y defensor de la libertad.

¿Cuál fue el milagro para la beatificación?

El milagro reconocido por el papa Francisco es la curación rápida, duradera y completa de una niña de 14 años ocurrida el 8 de octubre de 1936. La niña se llamaba María del Carmen Artagaveytia Usher. Era hija del Dr. Mario Artagaveytia, reconocido médico cirujano, y de Renée Usher. Después de una operación de apendicitis sufrió una infección que se fue agravando hasta llegar a una situación desesperada. Los mejores médicos de la época la atendieron, pero no lograban su mejoría. Recordemos que no existía aún la penicilina. La niña sufría fuertes dolores y su vida parecía acercarse al final.

Un tío de la niña, Rafael Algorta Camusso, le llevó una estampa con una reliquia del siervo de Dios Jacinto Vera y le pidió a la niña que se la aplicara a la herida y que tanto ella como su familia rezaran con toda confianza pidiendo la curación por intercesión de Jacinto Vera. Esa misma noche cesaron los dolores, se terminó la fiebre y a la mañana siguiente la niña se sentía completamente bien. La curación fue rápida y completa, científicamente inexplicable, comprobada por su padre y por el médico que la atendía, el Dr. García Lagos. María del Carmen Artagaveytia vivió hasta los 89 años, falleciendo en 2010.

En 2017 se retomó el estudio de este caso, que había sido presentado al poco tiempo de la curación. Se realizó un exhaustivo informe médico, que luego fue analizado por una junta médica en el Vaticano. Ante el tribunal formado para estudiar el presunto milagro, sus hijos declararon que conocían el hecho desde siempre, por el testimonio de su madre. Aportaron diversos elementos y recuerdos, entre otros, que su madre tuvo toda la vida en su mesita de luz la estampa con la reliquia de Mons. Jacinto Vera que había colocado en su herida.

Instituto de Derecho Canónico y Derecho Religioso del Estado "Beato Jacinto Vera"

¿Necesita asesoramiento de abogados expertos?
¡Consiga una cita hoy!

Nos dedicamos al Derecho Canónico y al Derecho Religioso del Estado en Uruguay

Contacto

Área de Práctica

Derecho Canónico

Derecho Religioso

Jacinto Vera

Cursos

© 2023 Todos los derechos reservados. Instituto de Derecho Canónico y Derecho Religioso del Estado “Beato Jacinto Vera”.
Power by www.anocheproducciones.com